✅ Fresas silvestres, un tesoro escondido en el monte

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Si has tenido la suerte de encontrarlas mientras buscas setas comestibles en el monte, sabrás porqué le llamamos a las fresas silvestres el tesoro escondido.

Son frutos muy caprichosos y difíciles de encontrar por lo que si tenemos la suerte de encontrar fresas silvestres, merece la pena ir equipado para recolectarlas y en La Casa de las Setas te ayudamos a hacerlo.

¿Qué son las fresas silvestres?

Cuando en un restaurante pedimos un  postre de "fresas" el maitre que nos atiende posiblemente no sabrá lo que le pedimos, pero lo malo realmente es que tampoco lo sabrá el cocinero, ni quien hace la compra ni el frutero que les suministra. En la mayoría de los casos, tampoco el cliente sabe lo que pide, porque espera que le traigan "fresones" y él también desconoce lo que es y a lo que sabe un "fresa silvestre", que no tiene nada que ver con su pariente el fresón.

Si miramos en una enciclopedia lo que significa la palabra "fresa" lo más normal es que leamos algo parecido a esto: Nombre vulgar de varias especies de plantas la familia de las fraguarais, género Fragaria vesca, Fragaria alpina o Fragaria latior. Sin embargo si lo que consultamos es la palabra "fresón"  más menos nos dirá que es el nombre de algunas freseras y de sus frutos, de origen americano Fragaria chiloensis, Fragaria virginiana, Fragaria granditiora o algunas de sus variedades y cruces.

Todas estas plantas guardan una notable semejanza en cuanto a sus formas y están muy próximas botánicamente unas de otras, pero precisamente en lo que se distinguen las fresas de los fresones es en su fruto. Pequeño suave, blando, aromático el de unas y grande, ácido, duro y fuerte de color el de otras.

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Se dice en economía que la mala moneda sustituye a la buena porque circula mucho más. En el mundo de la alimentación es la mala fruta la que sustituye a la buena, cuando esta primera tiene una producción mucho mayor y con menos costes, dura más tiempo sin estropearse en los almacenes y fruterías, se emplea menos mano de obra en su recolección y deja más beneficios tanto a sus productores como a los distribuidores y vendedores. Lo fastidioso es que con unas peras que tienen la forma y el color de una pera, pero que no saben a pera, gana todo el mundo... menos el comprador. Y esto es exactamente lo que con el paso del tiempo ha sucedido con las fresas y los fresones. La fresa es excelente, aromática, sabrosa, pero también delicada, se estropea pronto y requiere mucha mano de obra para su recolección, mientras que sus parientes del otro lado del Atlántico, las fragarias de Chile o de Virginia, o los mil cruces comerciales que a partir de ellas se habrán hecho, son grandes y pesadas (de hecho, ya se empiezan a ver fresones del tamaño de peras), fáciles de cultivar, tienen un rendimiento elevado, y aguantan durante semanas sin estropearse dando con ello mil facilidades para que al final las terminemos comprando, que es de lo que se trata. Y no quiero decir con esto que los fresones sean algo despreciable, son excelentes, sin duda, pero no tienen nada que ver con aquellas maravillosas frutas a las que han robado el nombre.

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Si comparamos una fresa silvestre y un fresón, es decir el fruto de una Fragaria yesca o el de una Fragaria chiloensis, las diferencias saltan a la vista. Por supuesto, lo primero que llama la atención es el tamaño, muchísimo más grande el de los segundos, pero no es esta la única diferencia. Sucede que en la picaresca de cada día, ahora se está poniendo de moda reconocer que los fresones no son fresas, y se llama fresas simplemente a los fresones pequeños. Los fresones tienen un color rojo fuerte o incluso anaranjado, mientras que el color exterior de las fresas, es, precisamente, el "fresa", un rojo vivo pero más apagado y más mezclado con el blanco, porque las fresas son blancas en su interior, mientras que los fresones mantienen un rojo fuerte y solamente es blanco su corazón. Pero aún hay otra diferencia mucho más evidente, aunque para apreciarla hay que mirar con detenimiento una fresa y un fresón uno junto al otro. En estos últimos, lo pequeños puntitos de su superficie, son totalmente amarillos, mientras que en las fresas son rojos. Esa especie de diminutas pepitas con las que las fresas adornan su piel (mucho más abundantes además que en los fresones), tienen un color rojo más oscuro que el del resto del fruto.

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La verdad es que físicamente fresa y fresón se distinguen de tal forma que es imposible confundirlos, pero la mayor de las diferencias está en su sabor. No es que el fresón sea en absoluto despreciable, pero es como comparar el de un pedo de lobo o un luteus con el de un edulis. Y por cierto, recoger fresas silvestres en primavera, o principios de verano en las zonas de alta montaña, es tan gratificante como encontrar esos maravillosos boletos, y diríamos que incluso aún más difícil, porque las fresas se las comen los pájaros con verdadera fruición, y cuando no lo hacen estos son otros los animales del bosque los que dan buena cuenta de un fruto rico en azúcares y alimenticio.

En nuestra tienda, La Casa de las Setas, puedes encontrar un recolector de frutos silvestres que te ayudará a recolectar con facilidad las setas silvestres y otros frutos que tengas la suerte de encontrar en tus salidas al monte

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 PREPARACIÓN SENCILLA 

Respecto a la manera de presentar las fresas en la mesa, si se desea de verdad paladear plenamente su aroma, lo mejor es tomarlas sin ninguna compañía. De todas formas y dado que son caras y cunden poco, no es tampoco mala idea alargar su presentación acompañándolas con nata montada. Hoy esta nata prácticamente no se encuentra en las pastelerías y otros comercios, y lo que se suele vender por tal en spray deja mucho que desear. Montar la nata es sin embargo muy sencillo: Se compra una nata de buena calidad que no sea muy líquida, se tiene en la nevera para que se enfríe bien, se coloca en el vaso de la batidora tipo minipimer y se bate subiendo y bajando el brazo. Cuando se ve que se espesa (15 o 20 segundos), se agrega azúcar al gusto y se termina de batir; sin pasarse porque puede quedar demasiado dura.

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